Aunque sus causas pueden ser de lo más diverso (dieta, problemas circulatorios, desajustes hormonales…) estos consejos te pueden ayudar a mejorar
¿Por qué retenemos líquidos?
Cuando nuestro organismo detecta un nivel bajo de líquidos, bien porque no se haya ingerido suficiente o por haber abusado del sodio, éste activa un mecanismo de defensa y cierra las compuertas para retener todo el líquido que considera necesario para mantener el equilibrio. Por ejemplo, después de una cena copiosa es común levantarse con las manos, los tobillos, los labios o los párpados hinchados, estos no son ni más ni menos que síntomas habituales de que el organismo está tratando de nivelar el exceso de sodio a través de la retención.
Pero tranquilos porque afortunadamente hay formas de luchar contra la retención o, por lo menos, tratar de mitigarla. Una correcta alimentación, unos hábitos de vida saludable y un poco de fuerza de voluntad será suficiente para notar los primeros resultados.
Empezamos por, cómo saber si padecemos de la retención de líquidos:
Para ello utilizaremos una técnica muy sencilla: Presiona la zona hinchada con el dedo pulgar y, si la marca permanece durante unos segundos, significará que sí.
Otros indicadores que nos ayudan a reconocer este problema:
- Cansancio o fatiga acumulada.
- Pesadez (especialmente en las piernas).
Hinchazón paulatina en extremidades inferiores. - Hinchazón del abdomen.
- Dolor abdominal.
- Inflamación en otras zonas del organismo (es más inusual, pero puede presentarse).
Sobre la alimentación, pilar principal para combatir la retención de líquidos
Llevar una alimentación variada de productos frescos y evitar las grandes cantidades de sal, presente en alimentos como salazones, embutidos, salsas, aderezos, palomitas y algunos quesos. Del mismo modo hay que evitar las comidas muy ricas en azúcares como postres, golosinas o comida rápida, entre otras, ya que la glucosa en exceso arrastra agua por ósmosis y favorecen su retención en el cuerpo.
En los Desayunos:
Es recomendado un desayuno combinado con cereales y frutas, especialmente aquellas con efecto drenante (diuréticos), piña, melón, pepino, calabacín, zanahoria, berenjena, tomate, …
Evita la sal y aumenta el potasio:
El potasio mantiene el equilibro hídrico del organismo y contrarresta la acción retenedora de la sal, por lo que debes aumentar su ingesta. ¿Algunos alimentos que lo contienen? El plátano, las acelgas, las patatas, el aguacate, las espinacas…
Tu mejor compañero es el agua:
Bebe al menos entre 1.5 y 2 litros de agua cada día. La manera de que no se te olvide beber es tener siempre a mano una botella de agua y recurrir a ella con frecuencia, incluso antes de tener la sensación de sed’, aconseja la experta. También contribuyen al aporte hídrico diario las infusiones, caldos, cremas de verduras…
Beber una cantidad correcta de agua es muy importante ya que, de lo contrario, el organismo entra en ‘fase de reserva’ y tiende a acumular agua en los tejidos.
Consumo de alimentos con efecto drenante:
Incrementa el consumo de alimentos de efecto drenante y depurativo, como el apio, los espárragos, el pepino, el calabacín o la alcachofa, esta última considerada el alimento wellness por excelencia, pues mejora la función del hígado, pilar metabólico de nuestro organismo’.
Alimentos frescos y no precocinados: ‘Debes aumentar el consumo de alimentos frescos, que son naturalmente ricos en potasio, y reducir los alimentos precocinados (generalmente ricos en sodio)’, recomienda. ‘También hay que limitar el consumo de alimentos curados, ahumados y en salazón: aceitunas, quesos curados, mojama, jamón serrano, embutidos, salmón ahumado…
Entrena y ejercita tu cuerpo:
Completa tu rutina alimentaria con, al menos, media hora de deporte diaria, por ejemplo caminando, nadando, corriendo o montando en bicicleta’.